Barroco
El Barroco comprende todo el siglo XVII. En la Península Ibérica se
registraron varias crisis durante esa etapa: la demográfica, la del
mundo rural, la de la industria, la económica, etc.; y a esto hay que
añadir las revueltas sociales y la reacción de la nobleza.
La crisis demográfica fue consecuencia de diversas causas.
- La emigración hacia América (que contribuyó a que disminuyera la población, pero no fue la causa fundamental).
- La expulsión de los moriscos (sobre todo en la Corona de Aragón).
- Las continuas guerras, tanto por la muerte de hombres jóvenes, como por los efectos económicos que conllevaron.
- La crisis económica, que influyó retrasando o impidiendo los enlaces matrimoniales.
- Las
multiples epidemias, como la de la peste bubónica que se dio entre 1596
y 1602, en la que se estima que pudieron morir medio millón de
personas. Ésta fue la principal causa de la crisis demográfica.
En contraste con lo mencionado anteriormente, existió una oleada
inmigratoria procedente de regiones empobrecidas o superpobladas de
Europa, principalmente de Francia. Estos inmigrantes europeos se
establecieron en mayor número en los territorios de la Corona de
Aragón, la cual facilitaba la llegada a estos hombres por la necesidad
de mano de obra originada por la expulsión de los moriscos. También se
instalaron en gran número en zonas de Madrid y de Andalucía, para
realizar los trabajos modestos que los residentes rechazaban. A todo
esto hay que sumarle que los salarios en la Península Ibérica eran los
más altos de Europa y, por tanto, un fuerte motivo para la atracción de
nuevos pobladores.
A esta época pertenecen los arbitristas,
grupo de intelectuales que analizaron los diferentes problemas del
Estado y plantearon sensatas soluciones de los mismos. Entre los más
destacados se podría citar al padre Mariana, a González de Cellorigo y
a Sancho de Moncada. Las reflexiones sobre cómo paliar la crisis
pertenecen tanto al campo de la economía y la demografía, como al de la
sociedad y el Estado. Estos hombres percibieron que los males de la
sociedad eran fruto de la inadecuada gestión de los individuos que
tenían la potestad para realizarla, de ahí que pensaran que se podían
corregir con otro tipo de políticas. Los arbitristas pensaban que el
primer factor negativo era la política exterior desarrollada por la
monarquía, ya que agotaba los recursos de la población castellana y
aragonesa. Asimismo, veían pernicioso el balance de las relaciones
económicas no igualitarias con otras potencias europeas, por el cual,
se exportaban materias primas y se importaban manufacturas y, además,
afirmaban que sería aconsejable prohibir la posibilidad de que otros
Estados pudieran comerciar con las Indias. También planteaban otros
problemas y sus soluciones, pero nunca cuestionaron los valores de la
sociedad jerárquica ni tampoco la autoridad del monarca. En conjunto,
sus propuestas fueron poco atendidas, pero crearon un estado de ánimo
que llegó hasta los gobernantes del siglo posterior.
La crisis
en el mundo rural estuvo causada por varios factores, encadenados los
unos a los otros. La caída de la población, supuso la escasez de fuerza
de trabajo en el campo y significó la reducción de la demanda de
productos agrícolas, lo que a su vez dio lugar a la bajada de los
precios y el desinterés de los agricultores. En el apartado del cereal,
cabe señalar los grandes contrastes que se sucedían de un año a otro.
Uno podía ser abundante, dando lugar a la bajada de los precios, y al
siguiente la cosecha podía ser escasa y no satisfacer las necesidades
de los labradores, que como no podían guardar grano para venderlo en
mejor ocasión, se endeudaban y muchos de ellos se arruinaban,
convirtiéndose en jornaleros o yéndose a la ciudad a pedir limosna.
Cuando el acreedor era otro labrador, la tierra era añadida a su
propiedad, pero si no lo era, ese terreno se quedaba sin cultivar. Así,
en Castilla y en Andalucía se inició de esta manera la concentración de
la propiedad. Por otro lado, también hay que destacar que el bajo
precio del cereal y los altos costes de los jornales, produjeron que
muchos propietarios se decidieran por no cultivar la tierra.
En
el terreno industrial, la crisis también se hizo patente. Las causas de
esta recesión fueron la competencia extranjera y el retraso de las
técnicas aquí empleadas. De esta manera, los comerciantes instalados en
Sevilla y en Cádiz se nutrían de productos extranjeros, para luego
venderlos en el mercado americano que era muy exigente.
A los
monarcas que gobernaron durante el siglo XVII se les denomina "Austrias
Menores", porque ostentaron el poder en la época en que empezó a
declinar el Imperio Hispánico: Felipe III (1598-1621), Felipe IV
(1621-1665) y Carlos II (1665-1700).