Ilustración
La Ilustración es el movimiento espiritual más importante de Europa
tras la ruptura religiosa protagonizada por Lutero materializada en la
Reforma, y que influirá de modo incisivo en el pensamiento del siglo de
las luces (siglo XVIII).
Los orígenes se pueden encontrar en el
humanismo renacentista y sus antecedentes más inmediatos son el
racionalismo del siglo XVII y los avances conseguidos por las ciencias
de la naturaleza, la investigación y la técnica.
Este
movimiento, además de cultural, afectaba a todos los órdenes de la
sociedad. De modo que el ideal de la Ilustración era que la razón
dominara a la Naturaleza. Por tanto, se quería que la razón actuara con
la vitalidad necesaria para cambiar la realidad.
La visión del
mundo de la Ilustración fue retomada por la burguesía, que ya tenía la
conciencia de su condición por su ascenso económico. Así, para los
ilustrados, una formación racional y una educación humanista
proporcionaban el progreso de la sociedad y desarrollaban el
cosmopolitismo (idea de una burguesía universal), la concordia entre
los hombres, así como la felicidad tanto de los individuos como de la
colectividad.
De esta forma, el movimiento ilustrado fue
adquiriendo un cariz cada vez más ideológico y, posteriormente, jugaría
un papel muy activo en el proceso de la Revolución Francesa.
En
un análisis más detallado, la razón promovía el hecho de la crítica, la
búsqueda de la libertad espiritual y la tendencia hacia una tolerancia
religiosa que comenzaban a desbancar a la tradición.
El
racionalismo moderno se introdujo en España durante el reinado de
Carlos II (1665-1700). No obstante, fue a partir de la llegada del
primer Borbón, Felipe V (1701-1746), cuando estas nuevas corrientes
arraigaron con más fuerza en una minoría que recibió el nombre de
"ilustrados". Este círculo intelectual propuso una serie de reformas
para transformar las instituciones y las costumbres de una sociedad que
se desarrollaba progresivamente en diversos campos. Estas reformas
perjudicaban a los intereses de los estamentos privilegiados que, a su
vez, iniciaron una campaña de desprestigio hacia los reformistas. En
esta línea encontramos, por ejemplo, a fray Fernando Cevallos, en cuya
obra "La falsa filosofía", se dislumbran las pautas del conservadurismo
radical. Del mismo modo, la Inquisición se preocupó de impedir la
difusión de la Ilustración y persiguió a los ilustrados.
En este
ambiente de interés por lo cultural y lo racional, se fomentaron y
crearon nuevas instituciones, como la Biblioteca Nacional (1714), la
Academia de la Lengua (1714), de la Medicina (1734), de la Historia
(1735), de la Farmacia (1737), de la Jurisprudencia (1742) y de las
Nobles Artes de San Fernando (1744).
Asimismo, durante el
reinado de Carlos III (1759-1788), se establecieron las Sociedades
Económicas (desde 1764), que fueron apoyadas por el Consejo de Castilla.
Como
es fácil imaginar, las diferentes Academias, las Sociedades Económicas
y publicaciones de distinta índole, sirvieron para divulgar la
Ilustración y formaron un frente contra las Universidades, las cuales
presentaban una realidad muy anticuada.
Las ciencias estuvieron
también fuera del ámbito universitario y fueron impulsadas por los
diversos centros de estudio y experimentación que se crearon.