Edad de Piedra
En este periodo de la Prehistoria, el hombre hacía de piedra gran parte
de sus útiles de trabajo, caza y lucha (que luego fabricó de bronce y,
finalmente, de hierro, llamándose entonces herramientas).
El uso
de la piedra no excluía el de la madera, asta, hueso, marfil, etc., ni
siquiera el de algunos metales fáciles de labrar, como el cobre, el
oro, la plata y el plomo. Aunque, eso sí, se usaba más la piedra que
los demás materiales.
La Edad de Piedra se divide en otros
subperíodos: Paleolítico (etapa antigua de la piedra) y Neolítico
(etapa nueva de la piedra).
Con la última glaciación se inició
el paso del Paleolítico al Neolítico, llamado Mesolítico, periodo en el
que comenzó un proceso de degradación desértica. La economía de las
colectividades humanas no cambió súbitamente (la base alimenticia
siguió centrada en la caza y la pesca), pero la escasez de alimentos
mantuvo muy reducidos los grupos humanos.
Culturalmente, fue
característico el trabajo del sílex en microlitos. Como innovación
técnica apareció el hacha de talón (al principio sin afilar). Debido a
la localización de los depósitos de materias primas se inició el
trueque y, con él, el transporte en barcas y rastras. Empezaron a
utilizarse ornamentos con dibujos no figurativos. También comenzó la
domesticación de animales y aparecieron las primeras formas de
agricultura y alfarería. Las culturas mesolíticas se extendieron por
Europa, Norte de África y Palestina.
La revolución Neolítica
consistió en la introducción del cultivo de plantas y de la cría de
ganado, consiguiéndose la producción de alimentos, junto con
importantes progresos técnicos. La nueva economía estaba representada
por agricultores que, a la vez, criaban ovejas, cabras, bovinos, cerdos
y vivían agrupados en poblados. Se servían de útiles pulimentados.
Realizaban alfarería, hilados y tejidos. Todo ello, dio lugar a que la
población experimentara un considerable aumento. Se iniciaron activos
intercambios, que pusieron en relación las diversas culturas
existentes. Empezaron a percibirse adelantos en el transporte, tanto en
el fluvial (barcas de piel animal), como en el terrestre (carros de
ruedas macizas tirados por renos, bovinos y, más tarde, caballos).
En
la Península Ibérica surgió la llamada cultura Megalítica, que
coincidió con el inicio de la metalurgia. Sus construcciones
características fueron los dólmenes, cámaras mortuorias (bloques de
piedra dispuestos en forma de mesa); galerías cubiertas, sepulcros de
corredor y, posteriormente, sepulcros de cúpula (falsa bóveda).