Historia Moderna
La Historia Moderna comienza en la segunda mitad del siglo XV. En el
caso de la Península Ibérica, los hechos más destacados que marcan esa
transición son el reinado de los Reyes Católicos, el Descubrimiento de
América (1492) y la llegada de los portugueses a la India (1498).
El
siglo XV fue una etapa de cambios palpables en la sociedad, tanto de
Europa como de los distintos reinos peninsulares. Efectivamente, la
"apertura" del mar Mediterráneo como consecuencia de las Cruzadas dio
lugar al surgimiento de una economía monetaria, que se reforzó con las
producciones de oro de las minas de Centroeuropa y el consiguiente uso
de monedas en las relaciones feudales en toda Europa (y sobre todo, en
el Norte de Italia, en Francia, en los Países Bajos y en el Sur de
Alemania). De esta manera, surgieron nuevas formas de transacción y de
acumulación monetarias, como la Taula de Cambi, en 1401, de Barcelona.
Con
todos estos componentes comenzó a fraguarse la sociedad de mercado, se
fue configurando el sistema económico llamado mercantilismo, que
consideraba como elemento más importante de la riqueza a la moneda en
sí misma. Por consiguiente, se produjo una erosión en las relaciones de
tipo feudal, dando paso al ascenso social de la clase urbana: la
Burguesía. A partir de estos momentos, la cúspide de la sociedad pasó a
estar integrada no sólo por individuos con un origen familiar
determinado (linaje o estirpe), sino que también se fue abriendo a
nuevas personas por su simple condición económica, por tener gran
cantidad de riqueza monetaria.
La necesidad constante de capital
fue reuniendo a los grandes mercaderes en compañías privadas. Asimismo,
estas sociedades mercantiles estimularon el desarrollo de las
comunicaciones, tanto navales como terrestres, y fomentaron la creación
de agencias en el extranjero. Este nuevo modelo de empresa, que fue
administrada por los procedimientos de balance y contabilidad actuales,
funcionaban mediante la adjudicación de créditos. La prohibición
eclesiástica de obtener beneficios por medio de los intereses que
aportaban los préstamos de capital fue eludida, incluso, por la misma
Iglesia, estableciéndose un sistemas de rentas que daba lugar a una
acumulación de riquezas. De igual modo, los diversos reyes europeos,
mediante el procedimiento de las rentas, comenzaron a alquilar los
derechos de aduana, los de acuñación de moneda, los de mercado, los de
las explotaciones mineras y los del propio suelo. En este orden de
cosas, la carta de pago, antecedente de la letra de cambio, comenzó a
ser usada en las transacciones comerciales entre los grandes
comerciantes, la Iglesia y la Corona.
Esta acumulación de
capital permitió la creación y el desarrollo de los primeros bancos por
distintas ciudades de Europa. El banquero-comerciante comenzó a
promover empresas de exportación propias (de textiles o de manufacturas
diversas), organizadas mediante el sistema de la industria
domiciliaria, por la cual un empresario facilitaba las materias primas
y las herramientas a una serie de personas en su domicilio para que
realizaran unos determinados productos a cambio de unas monedas
prefijadas por pieza. No obstante, el empresario se reservaba el
derecho de vender libremente esos productos una vez acabados. El
capitalista, que suele ser a la vez comerciante, banquero e industrial,
comienza a obtener monopolios e influencia política debido a su dominio
sobre un sector de la economía, ya sea la minería, el comercio de
exportación, el crédito, etc. Esto le llevó a enfrentamientos con el
Estado, rival incómodo para estos capitalistas porque reclamaba esos
monopolios económicos por derecho de soberanía.
El aumento de la
demanda de los productos alimenticios en las ciudades, que comienzan a
ser receptoras de población, dio lugar a una serie de transformaciones
en la agricultura: comenzó a pasarse a una producción especializada en
cada zona (atendiendo a las características del suelo y del clima),
empezaron a decaer las relaciones feudales (el campesino cambió las
prestaciones por unas rentas censatarias), se desarrollaron nuevas
formas de explotar la tierra (como la enfiteusis y el trabajo libre
asalariado) y, por último, se generalizó el arrendamiento de la
propiedad rural al villicus.
En este contexto, se produjeron
crisis sociales debido a las continuas agitaciones de los artesanos,
que luchaban contra la nobleza por el control de las ciudades. Se
vivieron etapas de escasez y necesidad por la dependencia tan directa
de la circulación de las monedas. En ocasiones, como consecuencia de la
superproducción de plata, se llevaron a cabo devaluaciones de esas
monedas y subidas de precios de los alimentos. Epidemias y pestes
agravaron estas situaciones y desencadenaron fuertes crisis sociales.
Para saber más, consulta las siguientes páginas:
- Descubrimiento de América (1492)
- Renacimiento (siglos XV y XVI)
- Barroco (siglo XVII)
- Ilustración (siglo XVIII)